Mi historia con Dios

 

En primer lugar, mi nombre es Andrea Carolina Anaya Contreras, nací en la ciudad de Santa Marta el día 30 de agosto del 2003, actualmente tengo 18 años. Estudio en la Universidad Sergio Arboleda SM y estoy cursando segundo semestre en el programa de contaduría pública. Una de las cosas que me gustan hacer es ir a la playa, ver atardeceres, me encanta ver series o películas que me hagan llorar, soy muy sentimental sobre todo cuando es algo que tiene que ver con animales, ya que considero que ellos deben ser amados y respetados pero no todo el mundo piensa igual.

Bueno, para empezar con el tema fundamental considero que mi historia con Dios empieza desde el día en que me bautizaron, tenía 3 años de edad, aun no era consciente de lo que pasaba a mí alrededor, eligieron como madrina a mi prima Martha y como padrino a mi otro primo Óscar, que hasta el día de hoy soy muy unida a ellos.

Años después, hice la primera comunión, para ser exactos fue el día 12 de octubre del 2013 tenía 10 años, allí ya tenía más conocimiento sobre el tema de la religión católica. Cuando tome mi primera ostia, anteriormente pensaba que eso lo recibían las personas grandes, pero claramente me di cuenta que no era así. En ese tiempo creía muchísimo en Dios y en la iglesia católica, pero después mi mente se llenó de dudas e inconformidades del porque si Dios era bueno, ¿por qué dejaba que le sucedieran cosas malas a las personas? Tan solo 10 años, una niña aun. Al año siguiente el 13 de noviembre del 2014 hice la confirmación, para ser honesta no sabía que significaba eso, solo lo hice porque era lo que seguía después de hacer la primera comunión. Con el paso del tiempo fui investigando de que se trataba la confirmación y encontré que “es darte cuenta de que Dios tiene un plan para tu vida, una misión y un objetivo, y la confirmación es reconocer que ese plan divino te hará feliz y que esa felicidad se contagiara a todos los hombres por medio de tu testimonio de vida, eso es santidad.” 

Han pasado los años ya, y en el transcurso del tiempo he asistido a la iglesia, no con regularidad, pero si solía hacerlo hasta que inicio la pandemia, desde ese entonces no he ido más a una, sin embargo, desde casa seguía hablando con él, confesándole cosas, agradeciéndole por todo, en esa época sentía una conexión muy fuerte con él, sentía que realmente alguien estaba ahí escuchándome, sentía que me desahogaba con él, en ese tiempo de encierro en casa. Pero lastimosamente volvía a dudar, a sentir impotencia, ver a personas muy allegadas fallecer, ver cosas injustas que le pasaban a niños inocentes, ver el hambre y la necesidad que las personas pasaban me hacían dudar, pensar de que si Dios ayuda a todos, ¿porque debía existir ese tipo de cosas?.

El tiempo transcurría y yo seguía hablando con él, claramente aún seguía con ese tipo de preguntas que se planteaban en mi mente en cada momento pero continuaba tratando de entender que él no puede estar con todos si no lo buscan a él. Pero aun así, las dudas me invadían y llegó un tiempo en el que ya no hablaba con él, me sentía como engañada con todo y acepto que me aleje muchísimo de él, o sea, por mucho que quisiera hablar con él no sentía una conexión como solía sentirlo antes y realmente no quería estar de esa manera porque realmente él era bueno conmigo, pero el hecho de que a muchas personas no les pasaba igual no me hacía sentir bien con él. Me preguntaba, ¿por qué conmigo sí? y con otras personas que consideraba que eran muy buenas no les pasaba lo mismo.

Yo siempre le agradecía por proteger a mi familia, por permitirme tener la oportunidad de tener comida en mi mesa 3 veces al día, todos los días, pero solo me comunicaba con él para eso. No le contaba mis cosas como antes lo hacía, como el amigo que lo consideraba antes. 

En el año 2020 me gradué de bachillerato, y el 2021 fue mi año “vacacional” fue así sin querer, pues yo quería empezar a estudiar pero no lograba pasar en la universidad que quería. En ese año, en el cual me la pase si hacer nada, fue que mi comunicación con Dios fue mejorando, pues me la pasaba encerrada, sin salir con mis amigos, sin salir a ver atardeceres, me la pasaba sin hacer cosas que me generaban felicidad y tranquilidad. En ese tiempo me la pasaba muy desanimada, me sentía muy insuficiente e insegura conmigo misma ya que sentía que no tenía la capacidad de ingresar a una universidad. 

Hablaba con el sobre todo eso y nuevamente sentía que si me estaban escuchando, sentía que podía sacar todo lo que sentía dentro de mí, que tenía guardado y quizá era eso lo que no me dejaba avanzar, lo que no me dejaba ser positiva. 

Empecé a hacer cosas nuevas para no permanecer encerrada en casa, una de ellas era hacer ejercicios, eso me ayudó mucho a despejar la mente y a entender cosas que antes no podía como esas preguntas que me planteaba anteriormente, ¿Por qué Dios no era bueno con todos? En lo personal empecé a creer que era porque no todos creen en él y no todos sienten una conexión, y sobre todo, no todos hacen el intento de buscarlo y tampoco se les puede obligar a hacerlo, el en el fondo iba a acompañar a todos pero no puede ingresar totalmente a ellos si no lo dejan entrar.

Hay muchas cosas en el mundo injustas y siempre será así porque no solo es creer o no en Dios para que dejen de suceder, sino es tener empatía, solidaridad, unión, compañerismo para que así el mundo fuese menos cruel, pero lastimosamente no todas las personas tienen algunos de esos valores. 

Esa fue la conclusión y respuesta a todas mis dudas que metí en mi cabeza, siempre me mantenía juzgando a Dios por todo, culpándolo por las cosas malas que sucedían donde claramente es el ser humano que carece de buenas conductas, buenos valores. Así como yo pude mejorar mi relación con él, muchas más personas pueden hacerlo, es respetable quien no crea en el pero si quieren un mundo mejor, un mundo menos cruel considero que teniendo los valores mencionados anteriormente es más que suficiente, se puede lograr un lugar agradable para todos, porque hay quienes creen en Dios pero son personas con mucha maldad y egoísmo en su corazón. 

Para lograr un mundo menos cruel primero debemos trabajar en nosotros mismos, ya que de nada nos sirve hablar con Dios si tenemos el corazón lleno de odio.

Debemos limpiar todo lo negativo de nosotros para tener una buena conexión con él, en lo personal fue lo que sucedió conmigo.

Siento que las cosas pasan por algo, el 2021, lo había considerado como uno de mis peores años, ya que me la pasaba desanimada a un nivel extremo y en ese mismo año hasta el día de hoy fue cuando empecé a tener mi mejor momento con Dios, cuando me sentí más escuchada por parte de él, cuando las cosas se me empezaron a dar, cuando por fin pude entrar a estudiar qué era lo que más anhelaba. Todo es un proceso quizá lento pero seguro, Dios siempre nos tiene preparado un plan para nuestra vida, solo que nosotros queremos que ese plan sea inmediato, pero hay veces en las que hay que pasar por momentos que no son tan agradables para entender cosas que antes no podíamos, también para valorar las cosas que quizá consideramos insignificantes. En lo personal creo que todo lo relacionado con Dios tarde o temprano nos ayuda en algo para la vida, su tiempo es perfecto.  

De esta manera doy por terminada como fue en el transcurso de los años mi historia con Dios, quizá no fue la relación más perfecta pero hasta el día de hoy valoro todo lo que me paso para poder entenderlo como lo hago ahora, agradeciendo por todo y pidiéndole disculpas si en algún momento hago cosa no agradables para él. 




  


   


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